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Diana, workcamp en Grecia

Mi experiencia como voluntaria en un Workcamp comenzó como todo lo nuevo, con un poco de miedo, pero también con muchas ganas. Preparar el viaje en sí no me llevó realmente mucho más que un par de días, pues todo fue leerse atentamente los requisitos contenidos en el documento informativo e investigar un poco por mi cuenta los aspectos culturales del país y ver qué más consideraba que podría hacerme falta. Y, sobre todo, que, aunque tengas mil preguntas como yo, desde De Amicitia siempre sacan tiempo para contestarlas todas y cada una de ellas. 


Fue todo un reto, llegar a un país no solo con una cultura y una lengua muy diferente, sino también hacerlo sola. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, encontré una nueva pequeña familia multicultural, de la cual aprendí muchas cosas; pues tanto los niños, como pedagogos y otros voluntarios tenían muchísimas cosas que enseñar y las mismas ganas que yo de aprender cosas de los demás. 


Bien es cierto que no todo fue fácil, que hay días algo más grises y en los que a veces el cansancio se acumula, pero, sin absolutamente ninguna duda, es una experiencia inolvidable, en la cual puedes aportar mucho, puedes crecer como persona e incluso, como ha sido mi caso, llevarte grandes amigos que hoy en día sean personas muy importantes en tu vida.

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