Mi nombre es Michelle, tengo 26 años y soy de Canarias. Y este es mi testimonio de voluntariado en Amiens, Francia.
Una experiencia de voluntariado que se suponía que iba a durar solo 6 meses se convirtió en 10 meses. ¿Por qué? Porque estaba disfrutando tanto de la experiencia que quería tener más tiempo. Así que le pedí a mi organización anfitriona que ampliara mi voluntariado y, afortunadamente, dijeron que sí.
Cuando llegué a Amiens, llegué con mi maleta pesada y muchas expectativas, miedos, ganas de aventura y demás. Una extraña mezcla de emociones difíciles de explicar, pero que fueron positivas.
Mi principal misión a lo largo de mi voluntariado ha sido promover la movilidad internacional, pero también he hecho otras cosas. Por ejemplo: ser animadora en un campamento de verano, crear publicaciones para redes sociales, organizar una Clean Up, crear y ejecutar un proyecto ESC de corto plazo, dar charlas para promover el voluntariado en escuelas e institutos, ayudar con algunas tareas administrativas a mi organización de acogida, etc.
Lo mejor del voluntariado es que te encuentras constantemente con situaciones nuevas y desafiantes que te obligan a improvisar y encontrar soluciones. Aunque no siempre fue fácil, todas estas experiencias me ayudaron a crecer de alguna manera.
Lo que más recordaré de esta experiencia de vivir, trabajar e interactuar con personas de diferentes nacionalidades es el poder de la diversidad. La diversidad de formas de pensar, la diversidad de formas de hacer las cosas y, sin embargo, una cierta unidad. Me fui de la ciudad con una mente más abierta y una mejor comprensión de los demás.
Recomiendo muchísimo el voluntariado porque es la manera perfecta de explorar otra cultura, desafiarte a ti mismo, experimentar y celebrar la diversidad europea.